​¿Alguna vez te has preguntado si es posible vivir la misma vida, con sus altos y bajos, pero con una sensación de calma, confianza y propósito?

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La Terapia de fortalezas puede ser la respuesta.

​Basada en los últimos estudios sobre neurociencia y psicología positiva, su enfoque permite activar y fortalecer tus recursos internos, esos que a menudo pasan desapercibidos cuando se está atrapado (a) en pensamientos negativos y rumiaciones.

Científicamente, se sabe que el cerebro tiene una plasticidad que permite reestructurar patrones de pensamiento a lo largo de la vida.

Esta terapia permite la focalización en aquello que funciona a nivel emocional, desbloqueando creencias limitantes arraigadas, aquellas que sin darnos cuenta frenan el avance. Ayuda a generar nuevos caminos, más edificantes y orientados hacia el crecimiento. Esto no significa ignorar las dificultades, sino aprender a vivirlas de manera constructiva. 

De esta forma, se estimula el desarrollo de la resiliencia. La resiliencia, es la capacidad para adaptarse y crecer ante las dificultades, la cual no es solo un rasgo innato.  Es una habilidad que implica un cambio en la activación de las áreas cerebrales vinculadas a la rumiación y el estrés. Estudios en neurociencia han revelado que enfocarse en lo constructivo y en las propias fortalezas activa el córtex prefrontal, una zona relacionada con la toma de decisiones y la regulación emocional, mientras que disminuye la actividad de la amígdala, que está involucrada en las respuestas automáticas de ansiedad y miedo.

Este reentrenamiento mental fomenta la conexión con las fortalezas que permiten construir una vida con más sentido y propósito. Al reducir el peso de las emociones negativas, estamos más abiertos y receptivos a interactuar desde la empatía, el respeto y el optimismo, lo que genera un entorno más armonioso tanto en lo personal como en lo social.

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